Si el pensamiento de la gente de hoy fuera distinto, y no deseara tener autos lujosos, casas grandes, ni ropa costosa para ser feliz, tal vez seriamos distintos, tal vez nuestra escala de prioridades, sería distinta y por ende mejores personas. Pero le damos importancia al apellido, a tú trabajo, a la plata, y las primeras preguntas que hacemos cuando conocemos a alguien, es: ¿Dónde vives?, para saber si eres “cuico” o “flayte”. ¿Tienes auto? ¿Acaso Importa?, te hace mejor persona, ¿Me llevas?, ¿Estudias?; creo que si botáramos un poco los prejuicios sociales, alcanzar la felicidad debería ser sinónimo de tener una mejor calidad de vida y de salud.
Entonces pienso, si fuéramos perros todo seria mucho
mejor, ellos no exigen absolutamente nada, ellos se conforman con un simple
gesto, un cariño, una sonrisa, le dedicas 1 minuto, lo miras, lo llamas, le
sobas el lomo, y a cambio te entregan todo; te acompañan de por vida, te
protegen y se hacen parte de tu vida y la de tu familia. Si les das tu corazón, ellos te entregan el suyo, él te elige sin
mayor prejuicio alguno. Todos los días convivimos con los perros, están en
todas partes, en la esquina de tu casa, afuera del metro, y a diario nos dan la
lección de cómo ser mejores, y quien sabe, será nuestra envidia que produce que
muchos de ellos vivan de forma miserable. Aun así mientras estamos en un
paradero esperando un bus o cuando caminamos por las calles de la ciudad, ellos
llegan te acompañan y te demuestran su cariño moviendo la cola, ¿De cuanta gente
puedes decir eso? ¿Cuánta gente puede hacerte sentir único, puro y especial? ¿Cuantas
personas en tu vida pueden hacerte sentir extraordinario? ¿Cuándo fue la última
vez que saludaste y dijiste “Buenos días” a un desconocido? ¿Sonreíste? Si
fuéramos perros, en vez de humanos, el mundo sería un lugar mejor, no me cabe
duda.
Por Manuel Galindo @ _galin2